UN GRITO DE ALERTA: ERNESTO SÁBATO CIENTÍFICO

Alejandro Marzioni, en su calidad de persona inquieta por este mundo y sus circunstancias, se dedicó al estudio de la Historia, aunque también a la creación literaria. una de sus pasiones es la reivindicación de la figura de Ernesto Sábato, a propósito del cual, nos dice:

En la misma órbita de la película Oppenheimer, comparto estas palabras que pronunció Sábato en una mesa redonda en Madrid, durante una semana que lo homenajearon, junio de 1984: 

"La sacralización de la persona humana está en peligro de muerte cuando se empiezan a fabricar niños en probetas, cuando se pueden producir a voluntad razas de esclavos. Tenemos que empezar a meditar seriamente en si esta mentalidad, no solamente científica y técnica, sino tecnolátrica, si esta idolatría de la técnica no ha ido demasiado lejos. Yo quiero la técnica para salvar gente que se muere de hambre, pero hasta este momento no ha servido para eso; y es prueba que la ciencia generalmente favorece a los poderosos. Según las Naciones Unidas, hay quinientos millones de seres humanos que se mueren de hambre en este momento, en este mismo momento se están muriendo de hambre millones de hombres. ¿Qué ha hecho la ciencia para mitigar este dolor, qué clase de investigaciones famosas se han hecho para que no haya niños que se mueran de hambre? (…) No soy un profeta ni soy un mago, de manera que me limito a decir, con conocimiento de causa, porque he estudiado las radiaciones atómicas, he estado en el frente de batalla, por decirlo así, de la investigación atómica, que debemos tener cuidado con los hombres de ciencia. Pocas veces he visto hombres con una mentalidad tan estrecha. Lo que está en posibilidades en este momento en los laboratorios del mundo es tan terrorífico que si la gente de la calle lo supiera se moriría de miedo: no necesitarían ni las bombas atómicas, ni las drogas que se están preparando, ni esas bombas que esa especie de sarcasmo semántico titula “limpias” porque deja intactos a los edificios y mata nada más que a los seres humanos. Es un grito de alerta, simplemente, el que yo en este momento doy. No tengo soluciones."


Y en otro apunte, respecto del mismo tema, nos cuenta:

"Aprovechando el resucitado interés por la bomba atómica que trajo la película sobre el científico Robert Oppenheimer, comparto algunos datos sobre Sábato, el por entonces científico argentino que había sido un pionero en dar la alerta sobre este tipo de peligros, que se consideraron planetarios. 

Muchos piensan que las posturas de Sábato son un tanto catastrofistas, exageradas. Pero recordemos que no son las de un filósofo o escritor que opina desde las ideas. Son las del que era un científico brillante que decidió dejar de serlo principalmente por advertir esos peligros. Sabato da el paso definitivo de separarse de la ciencia precisamente en la época en la que el gran tema era la bomba atómica. Había trabajado en París con Curie, y en ese laboratorio se venían haciendo experimentos con el átomo. Eran los años treinta, un poco antes, pero Sabato ya tenía clarísimo que la ciencia, bajo la filosofía del positivismo, se estaba convirtiendo en la gran amenaza, incluso en la protagonista de una crisis de la civilización occidental misma. 

Dejó la ciencia para dedicarse a todo lo contrario: al arte, a la literatura, a los sueños. Sin embargo, por cuestiones éticas, y también económicas, hizo unos últimos trabajos. Y uno de esos últimos fue la publicación, junto a S. Berthan, de un libro llamado Historia y principios de la bomba atómica. Decidió no firmarlo y usó un seudónimo: C. Ugarteche. Que yo sepa, mantuvo ese anonimato toda la vida, no conozco ninguna declaración en la que aluda a ese trabajo, ni siquiera en los que se ocupa de este asunto. El libro estuvo disponible el diez de septiembre de 1945, es decir apenas un mes después de que la bomba atómica cayera sobre Hiroshima, el seis de agosto. Impresiona la contemporaneidad. Dudo que, solo en ese mes, hayan elaborado el proyecto, escrito el libro y publicarlo. Seguramente ya venían con el tema, desde antes que la bomba se arrojara. En efecto, Sabato bajo el nombre Ugarteche ya había publicado tres artículos en El Mundo. El ocho de agosto: “El enunciado de Einstein”. El nueve de agosto, mismo día de la bomba sobre Nagasaki: “El universo de Rutherford”. Y “Los bombardeos atómicos” del diez de agosto. En el libro se ampliaría el asunto, logrando un buen instrumento de divulgación. Leemos allí que se trata del acontecimiento científico más importante de la historia de la física y se manifiesta la esperanza de que se use para el bien, y no para el mal: “Era una fuerza grande y nueva que había de utilizarse para el bien o para el mal. Prevalecía la sensación de que quienes tuvieron que ver con semejante nacimiento debían dedicar el resto de su existencia a la misión de vigilar para que siempre se la aplicara al bien y jamás al mal”. 

El estilo científico del texto no nos permite descubrir algunos rasgos de la pluma sabatiana, pero si uno pone la lupa, quizá sí los detecte. Lo que prevalece es la información unida a un estado de alerta. Se quiere concientizar de que la ciencia acaba de atravesar un límite y que es capaz de cambiar el mundo, incluso de aniquilarlo. 

Es muy difícil conseguir un ejemplar del libro, pero por suerte tengo uno. Comparto algunas fotos."








¿Qué ha hecho la ciencia para mitigar este dolor, qué clase de investigaciones famosas se han hecho para que no haya niños que se mueran de hambre? (…)

Esta ha de ser una pregunta crucial, en tiempos como los nuestros.

No sólo desde la ciencia, claro está.

¿Qué hemos hecho con todos los recursos culturales y técnicos de que disponemos hoy como acaso nunca antes, para llegar a un equilibrio entre la tierra y nosotros, la vida y nosotros, y la posibilidad de que un nosotros nos nombre como género humano?

En tiempos de replanteamientos tan vastos, y de reformulación de preguntas existenciales que están llegando a un tope en cuanto a la posibilidad de ser albergadas por un planeta que se derrite y que es posible que ya no pueda cobijarnos, considero importantísimo revalidar las voces que se han plantado desde su propia singularidad con todas las contradicciones humanas de su momento histórico,  convocadas por un coraje que no representa intereses individuales sino colectivos y transoceánicos, con el afán de alertar sobre la gravedad de ciertas cosas.

"Es un grito de alerta, simplemente, el que yo en este momento doy. No tengo soluciones."


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